sábado, 19 de junio de 2021

Los penes de Labrada y tío Segundo

    Labrada, el ex barbero de Perea y actual chofer de alquiler, estaba volado en fiebre desde hacía tres días, pero para cumplirle la promesa hecha a Manita García el día que se casó con tía Hildelisa, de que esta y los hijos que engendran asistirían todos los Días de las Madres al almuerzo familiar, se levantó de la cama y se los trajo.

     A los veinte años, Labrada conservaba, como un pequeño capullo de rosa, el prepucio que cubría su glande; capricho anatómico que le dificultaba satisfacer placenteramente los deseos de mujer, por lo que, aconsejado por un veterinario que había en el pueblo, se sometió a una pequeña operación quirúrgica, Para que aquel delicado asunto no trascendiera al domino público, Labrada inventó la historia de una pariente moribunda en Placetas, a donde se trasladó para hacerse circuncidar.

    Por la tarde, cuando para volver tomó el gascar, se acomodó en su asiento con mucho cuidado de que el pantalón no le rozara los molestos puntos, Medio adormecido por un somnífero, fue hasta General Carrillo; allí, el roce las rodillas de una joven que se le sentó enfrente lo despertó a la vigilia y al amor, y solo mirarla, hizo que una ardorosa, incontenible y nada romántica pasión naciera en él.

    Lo que pudo ser un voluptuoso estado varonil, se convirtió primero en fuente de preocupación, de molestia después y, de franco dolor cuando los puntos comenzaron a ceder a la presión de la distensión de los tejidos que pretendía unir.

     ―¿Qué le ocurre? ―le preguntó la joven cuando lo vio sudoroso y pálido.

    ―Nada ―iba a contestarle, pues pensó que podría eliminar, o al menos disminuir la erección de su pene, pero la muchacha, deseosa de ayudarlo, le tomó de una mano.

    Aquel contacto fue como un latigazo que, como corcel indómito, le hizo saltar bronco entre sus piernas.

    El dolor fue tan intenso que el pobre barbero se desmayó y no supo más de sí hasta despertar en el hospital de Yaguajay. Allí le pasaron una transfusión de sangre a la vez que trataban de controlarle la hemorragia en su pene erecto.

    Tres días estuvo como un surtido lanzando la sangre a lo alto, su madre de crianza pensó que, de seguir así, podría exhibirlo previo pago de una pequeña entrada, para con lo recaudado, sufragar los gastos de las transfusiones, pero no fue necesario tal medida, pues sólo por ver aquel portento hubo cientos de donantes voluntarios,

   Tal eventualidad, lejos de restarle valor al joven ante los ojos de las féminas, le creó un halo seductor que hizo que más de una soñara con ser la escogida para compartir con él su tálamo nupcial, Labrada, sin embargo, se mantuvo fiel al recuerdo de la seductora pasajera del tren, sin saber quién era ni dónde vivía, Parecía, por los muchos viajes que dio durante cinco años por toda la Línea Norte sin encontrarla, que el barbero estaba condenado al celibato como antes lo estuvo a la castidad.

 

    ―Labrada no está en la foto.

    ―Porque enfermo como estaba, no se levantó a almorzar.

    ―¿Y estos dos quiénes son?

    ―¿Cuáles?

    ―Están dándose un beso… no, no, Están mordiendo una misma masa de carne.

    ―Tío Segundo y Naná.

    ―Tío Segundo tiene una curita en la frente… ¡Ah, ya me acuerdo! Cuenta eso.

 

    Guardadas las ya innecesarias armas blancas en sus sitios, tío Segundo dijo que iría a comprar cigarros, y con es inocente fin salió hacia el café frente a la estación de trenes.

    ―¿Dónde está mi marido? ―preguntó                   Le encantará

alarmada Naná, quien por algún sentido                 REGALÍAS EL CUÑO        

 especial y misterioso, percibía cuando tío     Satisfacción es lo que Ud. Busca al

Segundo se alejaba a más de cincuenta        encender un cigarro y Regalías el

metros de su alrededor.                                 Cuño le brinca satisfacción a plenitud,

    Segundo el chiquito era el hijo varón        porque está hecho con el mejor tabaco

más joven de Manita García. Cuando         del mundo en la fábrica más moderna

nació, después de la hembra                       de Cuba. Su paladar no puede

que había roto el ciclo de los varones,              equivocarseRegalías el cuño

Segundo el difunto que padecía ya la                                   satisface

enfermedad mortal, manifestó el deseo de darle su nombre a este vástago, puesto que con los anteriores varones se había visto precisado a cumplir compromiso con antepasados o compadres influyentes, y, como prácticamente era la última voluntad de su marido, Manita García fue condescendiente.

    Si bien fue cierto que Segundo el difunto le dio su nombre y su porte: alto, fornido, de pelo trigueño y encrespado, amén de otras especiales dimensiones normalmente no visibles, Segundo el chiquito no sacó la estoica personalidad del padre.

    ―Segundo será casquivano y voluptuoso ―decían las matronas de estirpe del pueblo.

    ―Inquieto y alegre ―lo justificaba Manita García.

    Pero no convencidas de su inocencia, y al percibir en él un "algo" que gustaba a las mujeres, las experimentadas madres de las coetáneas del muchacho trataron infructuosamente de que sus hijas no amaran a quien, todavía un adolescente y sin que él mismo lo supiera, tenía porte de don Juan. Mas tío Segundo antes de tener siquiera tiempo de pensar en idilios románticos, encontró una forma más entretenida de pasar el tiempo.

    Cuando tío Segundo termino el sexto grado, Manita García lo matriculó en la Secundaria. Para asistir a clases, tenía, en contra de su voluntad, que ir todos los días a Yaguajay, de donde no regresaba hasta bien tarde; se bañaba, comía y se acostaba, Mas a mediado del segundo curso, comenzó a salir frecuentemente de noche con los libros.

    ―Voy a estudiar ―le decía a la madre.

    Y Manita García satisfecha con lo aplicado que se le había vuelto el muchacho de un día para otro, soñaba con llegar a tener un hijo médico, abogado o, por lo menos, dentista.

    ―Chule es lo que será ―le dijo Ángel cuando Manita García le encargó que lo siguiera.

    El día antes había venido a entrevistarse con Manita García un profesor de la Secundaria para averiguar el por qué tío Segundo no estaba asistiendo a clases desde hacía más de un mes, y como ella no supo qué contestarle, después de comprobar que las libretas del hijo estaban en blanco, le pidió a Ángel que le investigara dónde se metía el muchacho.

    ―En el bayú, Manita.

REGLAMENTO ESPEICAL

Para el régimen de la prostitución

CAPÍTULO II:

De los burdeles y matronas

ARTÍCULO 16: Para que se otorgue permiso de establecer burdel en una casa, se requiere que esté situada en la calle y zona afectada a este objeto o que si estuviese fuera de la demarcación, reúna los requisitos siguientes:

  1. Si la casa fuese de planta baja, debe estar situada en lugar a propósito por su soledad, en calle poco transitada. Si estuviese en calle transitada ha de ser por precisión de alto, la sala de espera forzosamente en un alto, una cancela o mampara que impida ver el interior a través de la puerta de la calle, y que sus habitaciones y patio no sean dominados por otras casas próximas.
  2. Que las ventanas bajas se cierren de modo permanente con persianas de madera, y las altas o puertas que den al balcón estén por lo menos cerradas con persianas fija vueltas hacia el exterior, Estas puertas y ventanas sólo podrán abrirse de siete a diez de la mañana, en el momento indispensable para la limpieza y de modo que ninguna mujer pueda ser vista del exterior.

 

   En Jarahueca era frecuente que los muchachos fueran por detrás del negocio de Gollita a mirar por las rendijas de las tablas el interior de los cuartos de las putas. Tío Segundo también lo había hecho y había corrido cuando la dueña los sentía y salía al patio escoba en mano, amenazándoles con decírselo a sus respectivos padres. Pero lo que era en tío Segundo travesura y simple emoción por el peligro que se corría viendo aquella escenas eróticas, un día, como le había pasado a todos los muchachones , se transformó a un estado de inquietud en el que palpitaciones, desasosiego, sensación de ahogo y deseo irrefrenable de estar dentro y no fuera de aquel cuarto, le embargaron; sin saber cómo ni cuándo, se extrajo con dificultad el pene por el orificio de la portañuela, que en ese momento le resultó pequeño, y comenzó a manosearse con movimientos regulares.

    Inmerso, física y mentalmente, en las nuevas sensaciones que experimentaba, no sintió cuando se abrió la puerta del patio y Gollita salió para espantarlo de allí. Tampoco tuvo la habitual respuesta de huida, sino que permaneció sudoroso y jadeante delante de la mujer, quien también quedó estática y sin resuello cuando vio la verga del muchacho.

    ―¡Dios te bendiga, diablo! ―dijo cuando pudo hablar y cogió a tío Segundo por una mano y lo metió para el interior de su casa―. Entra, que te pueden ver.

    Tío Segundo se quedó sin conocer, pues esto lo explicaría el profesor de Historia en las próximas clases, las causas del surgimiento de nuestra nacionalidad, laguna cultural que le importó un bledo, pues a partir de ese día se dedicó a aprender las distintas maneras en que los hombres a través de la historia del país, se habían acoplado con indias, blancas, chinas, mulatas y negras.

 

 

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