lunes, 14 de diciembre de 2020

LA ESTRELLA POLAR

¿Recuerdas la noche que, acostados sobre la yerba cuando hicimos la excursión a la montaña, mirábamos sobre nosotros la bóveda celeste y vimos los cientos de estrella que nos cobijaban y que normalmente no vemos desde la ciudad? Te maravillaste de aquel prodigio; y yo te expliqué, aunque ya tú lo sabías, que esos puntos luminosos y centellantes van cambiando, durante el año, en la medida que la Tierra gira alrededor del sol, tal y como se modificarán las situaciones por las que transcurrirá tu vida.

    Pero del cúmulo de estrellas en el firmamento, hay una que permanece fija y señala siempre al polo norte magnético del planeta. De ella se valieron los navegantes, las caravanas de comerciantes y los aventureros para no perder el rumbo de sus destinos. En el hemisferio sur, otras estrellas fueron las guías de los marinos, mercaderes y exploradores.

     Dentro de ti, hay también dos estrellas que con frecuencia te pedirán que las sigas. Una está en tu cabeza y se llama razón; la otra tiene por nombre afecto y anida en centro del pecho. Cuando ambas te indiquen una misma ruta, no habrá duda, pues, como el agua del río, sólo deberás dejarte llevar para llegar al mar. Pero si señalan polos diferentes: norte sur, blanco negro, cielo o tierra, entonces deberás decidir a cuál obedecer. 

    No es tarea sencilla y a veces resulta dolorosa. En esos casos, no dejes que nadie decida por ti. Sólo un consejo me atrevo a ofrecerte. Escoge la que les indica a los cosmonautas cómo llegar al centro de la galaxia.

 

 

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